Parábola tomada del libro
IV de KRYON
Lee Carroll
Nota del autor
Esta es una historia con la que muchos hombres se
identificarán. ¿Es usted el padre... o el hijo? Aunque no sea ninguno de ello,
ni siquiera de sexo masculino, esta historia es de importancia para nuestro
planeta. Es una historia sobre el odio –del tipo que dura toda una vida–, uno
de los tests supremos de la naturaleza humana. El odio es como un resorte en
espiral. Lo que la mayoría de la gente no sabe es que cuando se desenrosca,
¡tiene el poderoso potencial de convertirse en amor!
Déjenme ahora que les cuente la historia del padre y el
hijo. Dejen que el amor sature cada poro de su cuerpo a medida que la verdad
de esta historia real se abra ante ustedes. Ahora es el momento de sanar lo que
quizás hayan pedido antes, porque la sanación entrará en acción. Acción es el
resultado del conocimiento.
Había en el planeta Tierra el padre. Ahora, aún no era
padre, pero lo esperaba con ilusión, porque el nacimiento de su hijo era
inminente. Deseaba que el niño fuera varón, porque tenía muchos planes para él.
El padre era carpintero, y deseaba enseñar el arte de la carpintería a su hijo.
–¡Oh, tengo tantas cosas para enseñarle! –decía. Le
enseñaré los trucos del negocio, y sé que tendrá interés y continuará llevando
el nombre de nuestra familia en la profesión.
Y así, cuando llegó el nacimiento y fue un niño, el padre
estaba lleno de alegría.
–¡Este es mi hijo! –decía a todo el mundo– Este es el que
continuará con el linaje de la familia. Es aquel que llevará mi nombre. Este es
el nuevo gran carpintero, porque le enseñaré todo lo que sé. Mi hijo y yo nos
lo pasaremos muy bien juntos.
Y así, el niño crecía y se hacía mayor y quería a su padre. Porque el padre, que le adoraba, le animaba a cada
oportunidad diciendo:
–Hijo, ¡espera hasta que pueda compartir estas cosas
contigo! Te encantará. Compartirás nuestro linaje y nuestro oficio y nuestra
familia, y estaremos orgullosos de ti mucho después de que me haya ido.
Pero algo inhabitual sucedió durante el camino. A medida
que avanzaba la vida, el hijo empezó a sentirse sofocado por la atención de su
padre, y empezó a sentir que tenía su propio camino, aunque no lo reconociera
con esas palabras.
El hijo empezó a rebelarse en pequeñas cosas. Cuando
cumplió diez años, ya no estaba interesado en lo que el padre tuviera que decir
sobre la carpintería o el linaje.
Dijo respetuosamente a su padre:
–Padre, por favor hónreme; tengo mis propios deseos. Hay
cosas en las que estoy interesado que no son la carpintería.
El padre no podía creer lo que estaba oyendo y dijo:
–Pero hijo, ¡no lo entiendes! Mira, yo soy más sabio que
tú, y puedo tomar decisiones por ti. Déjame que te muestre estas cosas. Déjame
ser el maestro que se supone que soy, y nos lo pasaremos muy bien juntos, tú y
yo.
–Yo no lo veo así, padre. No deseo ser carpintero, ni
tampoco quiero hacerle daño, señor. Pero tengo mi propio camino y deseo seguir
mi senda.
Esta fue la última vez que se utilizó la palabra
"señor", porque el honor entre padre e hijo se desintegró
gradualmente y disminuyó hasta que se convirtió en un vacío de oscuridad y
negrura.
Al seguir creciendo, el hijo se dio cuenta de que el
padre continuaba forzándole para que se convirtiera en algo que no deseaba ser.
Y finalmente el hijo se fue de casa, sin decir adiós siquiera a su padre, sino
simplemente dejándole una nota que decía:
–Por favor, déjeme en paz.
El padre se sentía mortificado. "Mi hijo...",
pensaba, "he pasado 20 años esperando este momento. Se suponía que tenía
que serlo todo... el carpintero, el gran maestro del arte con mi nombre. Estoy
avergonzado. ¡Ha arruinado mi vida!"
El hijo también pensaba: "Este hombre ha arrumado
mi infancia y me ha dado forma para ser algo que no he escogido ser. Y escojo
no tener afecto por él." Y así pues había, entre padre e hijo, enfado y
odio, y así continuó a lo largo de sus vidas. Y cuando el hijo tuvo su propio
hijo, una hermosa niña, pensó: "Quizás, sólo quizás, debería invitar a mi
padre a ver esta hija de su linaje". Pero entonces lo reconsideró,
pensando:
No, éste es el padre que arruinó mi niñez y que me odia. No voy a compartir nada
con él. Y así fue como el padre nunca llevó a ver a su nieta".
Y resultó que a los 83 años, el padre murió. Y en su
lecho de muerte miró hacia atrás y dijo:
–Quizás ahora, cuando se acerca mi muerte, llamaré a mi
hijo.
Y en ese momento de sabiduría, sintiendo la muerte
cerca, envió a buscar a su hijo,
La respuesta que llegó del hijo fue:
–No me importas, porque arruinaste mi vida. Aléjate de
mí. Y añadió: –¡Me alegraré de tu muerte!
¡Oh, había una tremenda energía de odio en la mente y los
labios del padre al expirar, que pensaba cómo podía tener un hijo tan
despreciable!
El hijo vivió una buena vida. Y también a sus 80 años
falleció, rodeado de una familia que le quería, y que se lamentaba de que su
esencia no siguiera andando por este planeta. Y aquí, queridos, es donde
verdaderamente empieza la historia. Porque el hijo pasó a la cueva de la
creación. Hizo el viaje de tres días en que recuperó su esencia y su nombre y
avanzó hacia el salón del honor. Y allí pasó mucho tiempo en adoración, allí
donde literalmente millones de entidades, en un estadio que no pueden
comprender, le aplaudieron y le honraron por lo que había pasado durante su
vida en este planeta.
Lo ven, queridos, todos ustedes han estado allí antes, pero
no podemos mostrárselo porque arruinaría su estancia aquí y les daría
demasiados recuerdos. Pero ustedes estarán aquí de nuevo algún día para recoger
el nuevo color. Porque estos colores son vistos por todos en el universo cuando
les encuentran a ustedes. Sus colores son un identíficador que indica que
usted fue un guerrero de la luz en el planeta Tierra. Es difícil para ustedes,
lo sé, concebirlo en este momento en que les cuento esta historia, pero aun
así es cierto. No tienen idea de lo importantes que son estos identificadores
de la Tierra únicos. Algún día recordarán mis palabras cuando me encuentren en
la audiencia en el salón del honor.
Y así, el hijo estaba allí para recibir sus premios, y
sus nuevos colores se situaban en su energía para que giraran con sus otros
colores y mostrar a los que le rodeaban quién era. Y cuando esto acabó, el
hijo, en el abrigo de la entidad universal real que era, entró en un área en la
que inmediatamente vio a su mejor amigo Daniel, aquel al que dejó para ir al
planeta Tierra. Y vio a Daniel a través del vacío y exclamó:
–¡Eres tú! ¡Te he echado tanto de menos! Y se
acercaron, por así decirlo, y se abrazaron, intercambiaron sus energías. Y con
gran alegría hablaron de los viejos tiempos universales que habían disfrutado
juntos antes de que el hijo fuera a la Tierra.
Paseando por el universo con su amigo Daniel, un día le
dijo:
–¿Sabes Daniel? Fuiste un padre maravilloso en la Tierra
–Mi querido amigo, y tu fuiste un hijo maravilloso
–contestó Daniel–. ¿No es increíble lo que pasamos como humanos? Qué completa
era la dualidad que nos separó como mejores amigos cuando estábamos en la
Tierra.
–¿Y cómo pudo ser algo así? –preguntó el que había sido
el hijo.
–Oh, era porque el velo era tan fuerte que no sabíamos quiénes
éramos realmente –respondió el que había sido el padre.
–Pero el plan funcionó tan bien, ¿verdad? –preguntó el
que había sido el hijo.
–Sí, lo hizo –contestó Daniel–, porque nunca entrevimos
ni un resquicio de quiénes éramos realmente.
Y así dejamos a estas dos entidades avanzando hacia la
próxima sesión de planificación de la Tierra. Y podemos oír a uno que dice:
–¡Hagámoslo de nuevo! Sólo que esta vez, yo seré la madre
y tú serás la hija!
Postdata del autor
Esta preciosa historia se cuenta especialmente para
algunos de ustedes que están leyendo esto ahora mismo, y que aún tienen que
reconocer el don de lo que está sucediendo en su vida, o aún tienen que
reconocer a su mejor amigo.
¡Fíjense en el amor que necesitaron estas dos entidades para
acordar pasar por este drama! La historia les da un ejemplo de enfado y odio,
pero son sólo atributos kármicos. Son miedos que romper, y les digo a ustedes
ahora que aunque el padre o el hijo hubiera reconocido durante su vida quién
era, habría afrontado el miedo del odio y del enfado; y habría salido con amor.
El otro no lo hubiera podido resistir, y las cosas hubieron sido distintas
para ambos. Esta es la lección humana de la nueva era. A pesar de lo que
ustedes creen que está frente a ustedes y la manera en que se presenta, puede
que sea sólo una prueba tan delgada como el papel, lista para disolverse y
convertirse en amor y compromiso pacífico.
¿Tienen un enfado sin resolver con otro? Es una jugarreta
del karma y una lección para ustedes, porque también saben cuánta energía es
necesaria para mantenerlo y la manera en que se perpetúa a sí mismo aparentemente
sin ustedes. ¿No es tiempo ya de
dejarlo ir?
El amor es el mayor poder del universo. Esta energía de
amor no es sólo lo que le da paz y poder. Esta energía también es responsable
de su silencio frente a la acusación; la sabiduría y discernimiento de saber
que ustedes ayudaron a planear todo lo que les rodea. Curiosamente, este amor
también es responsable de las cosas más iluminadas que puedan imaginar, porque
la fuente de su escenario kármico también es amor. A veces puede tomar un
aspecto extraño, como odio o enfado hacia un miembro de la familia, pero el
amor es el rey del plan, y espera a que ustedes lo descubran en la solución de
su miedo. El amor tiene sustancia y densidad. Tiene lógica y razón. Es la
esencia del universo, y les ha sido transmitido con las palabras de esta
historia.
Kryon es una fuerza superior que ha decidido ayudar a los seres del planeta
tierra , es enviado por un grupo de maestros extra-físicos que
conocemos como "La Hermandad". Kryon y su
grupo "llegaron" a la Tierra en 1989, para la Convergencia Armónica,
cuando se realizó una medición de la energía y del potencial futuro de la
humanidad. Como los resultados fueron positivos, el grupo de Kryon vino a
modificar la rejilla magnética del planeta para apoyarnos a los humanos en
nuestro camino hacia la iluminación.
Las canalizaciones tienen
el propósito de informarnos a los humanos sobre este proceso y darnos a conocer
las oportunidades que tenemos y los regalos que están a nuestra disposición si
decidimos aceptarlos.
Primer canal - Lee Carroll .
© Lee Carroll http://www.kryon.com
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